jueves, 20 de marzo de 2025

El Ingeniero de Papel


Hace poco de manera casual me encontré con dos hojas dobladas tiradas en el piso en una calle camino a mi casa, la curiosidad me ganó y las levante. Eran hojas manuscritas a lápiz con trazos de letra antigua que configuraban un cuento. De hecho, como es evidente, no resistí la tentación de compartirla con ustedes.

 El Ingeniero de Papel

En las alturas de la sierra, donde los nevados observan con paciencia y las campanas resuenan en la plaza, estaba el pueblo de Chacas. Sus calles eran antiguas pero firmes, como la memoria de su gente. Durante años, sus alcaldes fueron, en su mayoría, profesores: maestros que, con más tiza que dinero, habían trazado el camino del progreso.

Pero un día llegó Don Concreto, un ingeniero de mirada severa y palabras calculadas. Se presentó con un casco brillante y un título enmarcado más grande que su escritorio. Apenas tomó el mando, lo dejó claro:

—¡Se acabó la era de los profesores! ¡Ahora gobierna la inteligencia, la técnica, la modernidad!

Desdeñaba las viejas aulas, los libros polvorientos y hasta las pizarras donde se había escrito la historia de Chacas.

—¿Para qué enseñar a leer, si yo puedo diseñar el futuro con planos y cálculos? —decía, inflando el pecho.

Su primera gran obra fue derribar la vieja escuela, esa que tantos alcaldes-maestros habían defendido. En su lugar, prometió levantar un edificio “de última generación”. Pero en lugar de cemento, usó discursos. En lugar de vigas, arrogancia. Y en lugar de planos, promesas dibujadas en servilletas.

—¡Después de mí, no habrá mejor alcalde! —gritaba desde el balcón municipal, mientras los albañiles esperaban materiales que nunca llegaban.

Pasaron los meses y el pueblo miraba con expectativa su gran obra. Pero lo único que crecía era un cerro de papeles: estudios de preinversión, licitaciones fallidas, planos incomprensibles.

Hasta que un día, una gran ventisca barrió Chacas. El pueblo resistió, sus casas antiguas aguantaron, pero la “obra” de Don Concreto… salió volando. Resultó que su gran edificio no era más que un montón de papeles apilados y atados con burocracia.

La gente rió. Los niños recogieron los planos esparcidos por la plaza y los usaron para hacer avioncitos. Los viejos maestros, a quienes él tanto había despreciado, volvieron a abrir una escuelita improvisada en la iglesia.

Y Don Concreto, con su casco reluciente pero sin más que ofrecer, salió de Chacas tan rápido como había llegado.

Desde entonces, cada vez que un político prometía demasiado sin construir nada, el pueblo decía con sorna:

—Ojalá no sea otro ingeniero de papel.


miércoles, 4 de septiembre de 2024

LAS ESCALERAS DE MI PADRE

 

LAS ESCALERAS DE MI PADRE.




“Soy un niño de las flores despreocupado que cae por las escaleras contantemente”.- Ben Hokpkins”

Mi abuelo Prospero Roca Vidal por alguna razón nació en Huánuco, pero vivió y creció en Yurma de donde eran sus padres. Mi abuela Eulalia Saavedra Morales nació y creció en Ochcocolpa - San Luis. Ignoro donde se conocieron, lo único que sé, es que ambos se establecieron en Chacas y produjeron una abundante prole del que mi padre, Guillermo, es parte de ella; cabe decir el único vivo con sus noventa años. Mis abuelos, siendo migrantes, nunca se quejaron que fueran segregados o discriminados en Chacas; por el contrario, pudieron hacer fortuna que incluso les permitió tener una planta hidroeléctrica que suministraba energía eléctrica al pueblo de Chacas.

Es probable que mi padre en su relación con ese emprendimiento de mi abuelo, encontró una pasión por las escaleras, pues era una herramienta fundamental para la tarea de subirse a los postes y las paredes en su afán de tener en condiciones de operatividad los alambres, focos, y demás accesorios eléctricos.

Sería imposible saber dónde y quien inventó la escalera; sin embargo, ya se pueden apreciar escaleras en las pinturas rupestres. Esta herramienta, sin duda, nació de la necesidad de subir y bajar en espacios diferentes facilitando la movilidad del hombre.  En la biblia aparece cuando Jacob huye de la furia de su hermano a quien había robado la primogenitura, es cuando se pone a descansar en la noche lóbrega y solitaria que sueña una escalera que une el cielo con la tierra por donde bajan y suben los ángeles.

Quien diría que este adminículo, siendo tan simple es tan elemental y útil en la vida diaria estaría tan ligada a la vida de mi padre. En el caso de mi casa mi padre fue y sigue siendo un constructor de escaleras de madera por antonomasia. Las construía de todos los tamaños, livianas y simples aprovechando las ingentes cantidades de nuestros los bosques de eucalipto con las que contaba la familia. En realidad, si bien eran útiles en la casa; posiblemente mayor utilidad tenía para los vecinos y personas que golpeaban la puerta de la casa con el objeto de prestarse las benditas escaleras para todo propósito. Había personas que se la requerían a mi padre con la finalidad de reparar un techo, de tramontar una alta tapia por un llavero olvidado, pegar afiches en las paredes en épocas de campaña política, en fin, estaban ahí en la casa a la espera de los eventuales usuarios para todo propósito, incluso para los furtivos amancebados que requerían trasponer una ventana o una tapia en las frías noches y oscuras noches de invierno.

De estás escaleras tengo en la memoria muchos recuerdos de hechos ocurridos con relación a ellas, desde la caída desde la altura de un poste de energía eléctrica de don Israel Ames luego de una descarga eléctrica hasta la caída, junto a la escalera y al arbolito de yunsa, de mi primo Gilberto Conroy mientras adornaba el arbolito con naranjas y tunas en épocas de carnaval. Alguna de estas escaleras también nos sirvió, a mis amigos y yo, para treparnos por el flanco oculto de un camión y sustraer algunas botellas de cerveza de un comerciante descuidado, así, como treparnos a un poste y de manera discreta instalar un tomacorriente para el tocacasete para las noches tertulia en el frontis del municipio.

Sin duda, el recuerdo más memorable es cuando un enamorado en cueros, en un hotel de cuyo nombre no quiero recordarme, trepaba por la escalera más larga y en plena travesía le sorprendió un aguacero de aquellas que aquí llamamos mangada que impidió que el amante alcanzara el filo de la ventana para introducirse en las cálidas sabanas que envolvían a su sueño, su idolatría y su desconsuelo.

Esta pequeña nota no estaría completa, si no contara que, estando estas escaleras a la vera del largo callejón de ingreso a mi casa, para quien no conocía o sabía la presencia de las escaleras era una trampa mortal en la que muchos tropezaban y pues muchos se daban de bruces en el estrecho piso encementado del callejón oscuro de mi casa.

En cada peldaño de las escaleras de mi viejo vi el inicio de un sueño, en el que en la extensión del horizonte se desvanecía en la distancia, y en mi alma se llenaba de esperanza y empeño, para subir cada peldaño de la vida; a veces con perseverancia, a veces con desilusión. A veces encontré un desafío, a veces una oportunidad; pero aquí estamos, ambos, hasta que la muerte nos separe y quién sabe si un día nos vuelva a juntar la escalera de Jacob.

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 4 de diciembre de 2023

Chacas, después del reconocimiento como uno de los pueblos más lindos de mundo ¿En honor de quién erigimos el monumento?

 


Pasada la euforia del reconocimiento de Chacas como unos de los pueblos más bellos del mundo para hacer turismo, es necesario hacer un análisis de las razones (criterios) que consideró la OMT para declarar a Chacas como un destino turístico de entre 260 postulantes de 60 países.

Antes de entrar al análisis de los factores es necesario señalar que Chacas existen desde hace siglos como un asiento estratégico dentro de la vida pública del país, y como evidencia de ello podemos mencionar los mitos de la “Maldición del Inca” de la época andina y la visita de “Catalina Huanca” en épocas coloniales. Sin embargo, a lo largo de su historia ha habido actores que han liderado procesos sumamente interesantes y relevante para el desarrollo de este hermoso pueblo. Por otro lado, no se puede soslayar el rol fundamental y preponderante de su población en este proceso, en algunas ocasiones incluso en contra de la actitud inerte y indolente de sus autoridades, a veces haciendo realidad aquel aforismo de que el “pueblo progresa en las noches mientras sus autoridades duermen.”

También es verdad que Chacas y en general Asunción ha avanzado vertiginosamente en el campo económico en estas últimas cuatro décadas. Y creo que los factores que han determinado este avance han sido la Creación del Colegio Amauta Atusparia al inicio y posteriormente las otras instituciones educativas de nivel secundario en varias comunidades de la provincia, hecho que ha permitido una movilización de los estudiantes para forjarse un destino profesional realmente impresionante, llevando incluso a tener personalidades descollantes en el campo publico y privado incluso a nivel internacional (Caso concreto Jorge López  Cerna, gerente de la ABB para un sector de Europa). El otro factor es sin duda la presencia del padre Ugo y la obra de la OMG, que el campo económico ha generado fuentes de trabajo a raíz la implementación de diversas actividades económicas, de ellas la más importante la artesanía en madera. Igualmente otro factor importante fue el proceso de provincialización que le dio autonomía económica y administrativa dentro del ámbito público. Y finamente, cual cereza de pastel, el otro factor de este despegue económico de Chacas, fue la construcción de la carretera asfaltada Carhuaz - Chacas - San Luis que dinamizó la economía dotándola de una vía de transporte de bienes y servicios más eficientes y a bajo costo.

De modo tal que, Chacas como posibilidad de desarrollo no es construcción de unas personas, de dos personas o unas pocas personas, en hace unos pocos días. Reconociendo a quienes gestaron la inscripción de Chacas como destino turístico en este concurso convocado por la Organización Mundial de Turismo debemos enfatizar que Chacas es un proyecto, una posibilidad de desarrollo que debe a su privilegiada ubicación, su singular belleza paisajística, sus recursos hídricos, agrícolas, ganaderos y su milenaria cultura. 

El reconocimiento de la Organización Mundial del Turismo no solo debe ser un orgullo de conseguido por todos hasta ahora, sino sobre todo un compromiso de sus autoridades, tal como lo han suscrito en Palacio de Gobierno: mejorar sus servicios a los turistas e implícitamente mantener y mejorar los factores que permitieron obtener este reconocimiento. Y como no un compromiso de nosotros sus ciudadanos de cautelar y mejorar lo que tenemos como recursos que potencian nuestro potencial turístico tal como me permito señalar a continuación:

1.- Recursos culturales y naturales; con relación a este criterio es responsabilidad de las autoridades de todos los sectores y niveles la promoción del mantenimiento y recuperación recursos culturales y naturales. Tal vez sea necesario pensar en un inventario de expresiones folclóricas, con acopio de información, registro audio visual de prácticas rituales, celebratorias, conmemorativas, etc. De manera sería y sistemática para que no se pierda lo que queda de nuestro patrimonio cultural. Igualmente, en el campo de los recursos naturales es necesario la preservación nuestros recursos naturales a través de políticas acordadas y materializadas en un plan de conservación de los recursos naturales y trabajadas como tema transversal en las escuelas.

2.-Promoción y conservación de recursos culturales; con relación a este factor, dado que ya me referí a en punto anterior no sería redundar, si digo algo.

3.- Sostenibilidad económica; este factor es sumamente importante atender, pues implica que debe existir por parte de la entidad de promoción de actividades económicas mejorar las existentes y ampliar las posibilidades de las que hay e implementar nuevas a partir de la promoción del emprendimiento privado en diversos sectores tomando como eje el turismo. Ojalá que la municipalidad, las ONGs, otros organismos comprometidos en el tema de manera transparente, democrática y limpia puedan implementar el incremento de actividades económicas.

4.-Sostenibilidad social; este factor está referido al equilibrio que debe existir entre el crecimiento económico, la equidad y sostenibilidad ambiental. Creo que este factor será de hecho el más complicado de mantener, sobre todo si no comprendemos que la “modernidad” mal concebida nos empujará al deterioro de este equilibrio.    

5.- Sostenibilidad ambiental, implica la mantención del desarrollo durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Ojalá que sobre este factor igualmente se pueda trabajar de manera coordinada entre todos sectores.  La municipalidad como ente promotor de la educación y cultura ambiental, de la mano obviamente de las instituciones educativas de la provincia tienen un rol protagónico pendiente en esta materia.  Preocupa; sin embargo, el incremento de desechos biodegradable y no biodegradables sin tratamiento, no solo en los ámbitos urbanos sino también en los ámbitos rurales. Más aun el uso de productos vedados en las prácticas agrícolas que afecta el ecosistema natural que durante están últimas décadas nadie ha controlado y ha ocasionado la desaparición de muchas especies de nuestra fauna loica. Así como preocupa la contaminación visual (Vehículos estacionados en la vía publica, carteles, pintas políticas, etc.) y la contaminación sonora que presenta un incremento preocupante en estos últimos años. La tranquilidad y la quietud del pueblo de Chacas y los pueblos de la provincia son un recurso que no se debe perder.

6.- Desarrollo turístico e integración de la cadena de valor. La actividad turística y económica se encuentran estrechamente ligadas, generando una sinergia de crecimiento económico y social. En la actualidad nuestra provincia carece de programas y procesos de trabajo para la promoción de lugares turísticos, debido al limitado aprovechamiento y conocimiento de planificación, desarrollo, financiación, comercialización, distribución, fijación de precios y posicionamiento de nuestros atractivos. Lamentablemente a la actividad turística se ha limitado a la oferta turística centrado en la Plaza de Armas y los centros artesanales de la Parroquia de Chacas y/o Cooperativas relacionadas con ella. Soslayando, consecuentemente, el ingente potencial que tiene Chacas a partir de su insuperable belleza natural y riqueza cultural. De este modo no se aprovecha y posesiona; por ejemplo, la cultura culinaria y la cultura ancestral de nuestra provincia.   

7.- Gobernanza y priorización del turismo; este concepto que implica la interacción entre los gobernantes y el pueblo. Lamentablemente, en esta materia el balance es deficitario.  La sobrerregulación unilateral de la vida pública ha generado la banalización de las disposiciones el deterioro de imagen de la autoridad. Peor, aunque la autoridad no tiene claro cuál es la ruta a seguir respecto de la priorización del turismo. El principio de autoridad que debe entenderse, como el concepto que “alude a la capacidad de influencia que ejercen las personas aparentemente reputadas en las opiniones y decisiones de las demás” prácticamente se no existe o se ha diluido por efectos de la degradación de los valores políticos y éticos.

8.- Infraestructura y conectividad. – La infraestructura civil en Chacas ha tenido una inversión enorme en Chacas. Sin embargo, en la mayoría de los casos por descuido de la autoridad o por la presencia de empresarios chicha, está en vez de mejorar las condiciones de vida de la población las ha deteriorado o generado problemas. Claro ejemplo “Proyecto de Mejoramiento de Pistas y Veredas de Chacas.” En lo que se refiere al urbanismo como definición del estudio de las ciudades, tanto históricamente como su función contemporánea, para planificarlas de acuerdo al bienestar general de sus individuos, Chacas contra viento y marea, ha podido soportar los embates de las corrientes urbanísticas foranes con tipos y estilos de ciudades costeras ajenas a nuestra tradición urbanística heredada de lo andino y andaluz, con presencia de balcones, patios amplios, ventanas grandes, etc. A pesar de ellos se viene imponiendo la infraestructura de viviendas con molde costero; de modo tal, que no es extraño encontrar casas similares en Huaraz, Lima o Chancay, en detrimento de nuestras tradiciones arquitectónicas. Si perdemos eso creo que hemos perdido la esencia de un pueblo singular como lo definió Mario Vargas Llosa en ese artículo panegírico que publicó no hace mucho en el diario español “El País”.

9.- Salud y Seguridad. – El flujo de personas de tránsito en Chacas se ha incrementado radicalmente, y consecuentemente la posibilidad del incremento de nuevas enfermedades y prácticas y hechos de violencia o contra la ley. Por lo mismo es necesario una política local que promocione la salubridad y que asegure una vida segura para sus pobladores y visitantes. Si ello es aun valor intrínseco de nuestro pueblo; es decir su su tranquilidad que se expresa además en la honradez de su gente, la quietud de sus días ha habido ocasiones en la que estas se han perturbado producto de la falta de presencia y atención de la autoridad.

Quiero concluir manifestando, que, con prescindencia de las autoridades políticas, hay más cosas que nos unes de aquellas que nos dividen. Que la miopía, torpeza y desidia de nuestro dirigentes no deben ni pueden desalentar el impulso vital de progresismo que siempre ha manifestado Chacas; y en general Asunción.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

La pistolita asustada de Rosón.

                            

     “El amor es el poder de ver la similitud en 

                                 disimiles”.- Theodor Adorno.



Frente a la vieja tienda yacía una de las doce bancas verdes que circundaban la plaza. La tienda a veces hacía de cantina, a veces de cerrajería y a veces de consultorio del capador de potros. La plaza a veces hacia de plaza toros, a veces de salón de recepciones de los recién casados y a veces de mullido colchón de eventuales amantes que ocultaban sus desnudeces en las profundas oscuridades de la noche.

Rosón sentado en la banca, frente a la tienda, cavilaba desde ya más de una hora soportando el gélido frío de la noche y el frío metálico de la pistola que había hecho el ademán de enfundar en su rollizo dorso. Solo él comprendía el objeto de llevar la pistola de su padre cada vez que salía a la caza de una mujer. Era la misma pistola con que un día engatusó a la muchacha que bailaba como un trompo en una cantina para llevársela a los montes de la periferia del pueblo para revolcarse con ella hasta el amanecer. La misma pistola con la que con el mismo intento, la usó con la enfermera que le clavó el gancho del pendiente en la mejilla hasta hacerlo desistir de sus intenciones febriles.  

Al frente, en la cantina, la algarabía iba diluyéndose con el frío y la discreta huida de los contertulios de Sarita. Ella con rubor el rubor de sus mejillas espoleaba la angustia de Rosón para abordarla, acompañarla, apachurrarla y revolcarse en cualquier confín del mundo que terminaba en la rivera del río. Ni el frío de la noche ni la impaciencia lo hicieron abandonar su puesto de acecho. Sentado en la banca solo temía que alguien, amigo o curioso, se le acercara, le empezara a hablar y echara a perder su plan de sacudir entre sus extremidades a la bella Sarita.

Después de una impaciente espera, por fin, Rosón vio que Sarita sutilmente haciendo un ademán de despedida salió de la cantina. Tambaleándose mientras trasponía la puerta, puso los pies sobre la vereda de piedras y empezó con mucho esfuerzo a desandar lo andado de su casa a la cantina. En ese preciso momento, Rosón se incorporó y simulando un encuentro casual. Echando mano de sus incipientes dotes de poeta le lanzó un piropo de mala muerte, a lo que la bella Sarita respondió con una procaz carcajada. “Rosoncito lindo de mi corazón, estás muy wawa todavía para que andes lanzado piropos a las mujeres hechas y derechas como yo. Pero no me haré del rogar si quieres acompañarme hasta la puerta de mi casa”.
Rosón la abrazó justificando su atrevimiento con el estado de ebriedad de Sarita. “Estás muy mareada, Sarita, mejor te cojo de la cintura, no te vayas a tropezar y te descalabras”. “Oye ñaño, ¿dónde has aprendido a hablar tan difícil? Ya que me has tomado de la cintura, aprovecha para darme un aliento  con un beso tierno para remontar la cuesta hasta la puerta de mi casa”. Rosón no desperdició ni un segundo y se abalanzó a las fauces pintarrajeadas de la bella Sarita y no fue un beso, sino mil besos furiosos, reprimidos, babeantes y oscuros los que le ofrendó en cada tramo hasta la puerta de la casa. 
Llegaron a la puerta de la casa de Sarita, exhaustos y desaliñados, Sarita más ebria de cuando abandonó la cantina de la plaza y Rosón con manchas de carmín en el cuello y marrón del delineador de cejas en sus mejillas. El arrumaco previo no dejó posibilidades de renuncia en ambos de seguir manteniendo la sangre caliente hasta llegar al río de entre las sabanas. “Será mejor que me acompañes hasta mi cuarto, Rosoncito, no vaya a ser que me dé un trompicón en el pedrerío del patio y me descalabre”, dijo Sarita, terminando su pedido con una carcajada. Sus veinte años de más, su experiencia de mujer vieja y su embriaguez hacían que el escenario lo dominara ella, mientras Rosoncito, amante imberbe, se dejaba llevar con cierto temor de ser descubierto galanteando con una mujer que le llevaba por más de 20 años. Si eso ocurriría, sus compañeros del colegio, no cabía ninguna duda, que le dirían “lobo feroz”. Otro temor que no le abandonaba era que se le caiga la pistola que la tenía enfundada en el torso, eso sería confrontarse con su padre, que no dudaría en azotarlo con el fuete hasta despellejarlo.

En el borde de la cama empezó a despellejarla de su ropa, iba sacando cada prenda, dándole un beso azarosamente, a veces en la boca, a veces en el seno o donde encontrara carne cerca de sus labios. Luego, como exasperado, se desprendió de su propia ropa. De pronto, despertó para darse cuenta de que la pistola que había colocado en la mesita de noche junto a la cama no estaba en su lugar. “Sarita, Sarita, ¿dónde está mi pistola? Ya me voy”. “Duerme, carajo, de acá nadie se va hasta que haya amanecido”, dijo Sarita. Esa fue, para Rosón, la noche en que la mitad fue tan corta y la otra tan larga. Al día siguiente, muy sigilosamente, escondiéndose entre los quenuales del patio sorteando eventuales e inquisidoras miradas pudo transponer el umbral de la puerta, feliz y asustado, diciéndose entre sí: “Aúnque me digan lobo feroz, carajo”. 


domingo, 24 de enero de 2021

SHOJMARAMANKIMAN

 


SHOJMARAMANKIMAN.

 

Nos faltan ritos en este mundo moderno. -Elizabeth Mc Govern

 

Cuando sintió el cosquilleó de los pelos del cuy sobre su torso desnudo y mientras la viaja curandera repetía su letanía, la piel se le erizó inmediatamente. El rostro de la vieja se le figuraba un pellejo seco de cordero que su padre solía clavar en las paredes precisamente para que se seque, arreciaba el terror que le producía el cuy rodando por su cuerpo entre las manos de la anciana curanderaa. Con voz temblorosa, de ultratumba la viaja convenia a su espíritu volver: “Kutikallamuy Kaychoomi Jaynillayki” (1) mientras el cuy revoloteaba en su vientre de niño pávido sostenido de las extraduras por las rugosas manos de su padre.

 

Hace tres días mientras, durante la cosecha de maíz, aprovechando el descuido de su padre se había trepado a un coposo capulí, del que colgaban negros racimos de guindas que hacían del horizonte mas dulce. Rama a rama se fue subiendo y desde esa altura pudo observar las postrimerías del caserío de lo que un día sería el distrito de Acochaca. Distraído entre introducirse en la boca los jugosos frutos y observar a lo lejos el amarillar de los naranjos, pisó en el vacío; su metro y medio de humanidad en crecimiento dio en el piso pedregoso al pie del árbol.  Le salvó la vida el grito que lanzó al caer, pues inmediatamente la peonada abandonó el corte del maizal para acudir en su ayuda. El niño yacía el suelo pedregoso inconsciente, apenas cubierto con algunas ramas desprendidas por efectos de la caída. Lo airearon, los sacudieron, le frotaron el cuerpo con hierbas que las campesinas recomendaban, pero el niño no pudo recuperar la conciencia sino después de muchos intentos de reanimación.

 

Fue trasladado a Chacas en una kirma (2) improvisada con maderas del propio capulí. Fue colocado en su lecho y cuidó de él su madre por varios días, pero no hubo ninguna mejora en su voluntad de caminar. Adelgazó y fue perdiendo el empeño de hablar.

 

Su padre, hombre incrédulo en las feticherías del campo, a falta de un médico tuvo que admitir recurrir a una curandera. Ishiquita famosa por sus artes curativos, a través de brebajes y el Shojmacuy (3); llegó a la casa del enfermo con un cuy negro como la noche en un canasto para curar a Manuel del Mantzacay (4).

 

Increíblemente, don Lucho, al día siguiente pudo comprobar los efectos de la vieja práctica del Shojmacuy. Cuando amaneció, su hijo se levantó como cualquier día, saludó, tomó su desayuno y continuó con su vida.

 

Muchos años después, Manuel, ahora padre de una joven universitaria, veía que su joven hija asistía con responsabilidad a sus clases remotas durante la pandemia; sin embargo, notaba que su semblante desfallecía, al mismo tiempo que perdía peso inexplicablemente. “Kay mantzakasham kanga” (5), decía la abuela.  Entonces el padre rápidamente se remontó al recuerdo de aquella vez en la que un cuy le curó de sus males, gracias a las artes de doña Ishiquita.

 

Con mucho esfuerzo de indagación, obtuvo por fin el teléfono del curandero de Socos, don Tito. Llamo con cierto temor, de todos modos, se trataba de un hechicero, marco los nueve dígitos que le habían dado y esperó la respuesta al timbre del teléfono. Luego en unos segundos le contestó una voz de mujer: “Soy el profesor Manuel - dijo el signatario, necesito halar con don Tito”. “Kanan horaga don Tito jampicuykanmi” (6). “Dígale que necesito que shojme a mi hija que está asustada”; urgió el profesor. Después de un prolongado silencio la mujer tomo nuevamente el teléfono y dijo: “Profesor dice don Tito que deje su numero de teléfono, que en dos horas puede shojmar a su hija por Whatsapp”. Luego de un rato, terminada la llamada; el profesor sentenció:

 

¡Cómo la tecnología ha facilitado nuestras vidas, carajo!

 

 

(1)         Vuelve espíritu, vuelve.

(2)         Camilla

(3)         Rito especial para curar el “susto”. El “susto” y el “mal de ojo” son dos enfermedades culturales del pueblo andino, y como tales, su curación se logra con métodos andinos.

(4)         Susto

(5)         Ella debe haberse asustado.

(6)         En este momento don Tito está haciendo una curación.

 


sábado, 19 de enero de 2019

UGO, EL MILAGRO QUE NOS HIZO LA VIRGEN.

Foto: Rogger Cabeza

"El viento es viejo, pero aún sopla".

Después de leer y ver todas las expresiones de recuerdo y cariño hacia el padre Ugo, casi siempre acompañada de una foto, me doy cuenta que debo ser uno de los pocos que no tengo una foto con él para ostentarla en el Facebook. De hecho, esta circunstancia por un instante me hizo sentir un poco huérfano. Y hoy, después de esperar que la tristeza y sobre todo la nostalgia que me (nos) envolvió amainara, y haciendo coincidir, a propósito, mi lectura de la “Civilización del espectáculo” de Mario Vargas Llosa quiero rendirle tributo a un hombre que prácticamente cambió la vida de Chacas y de muchos otros pueblos de nuestro país y obviamente de sus habitantes.

Con sinceridad pensé que el Padre era inmortal, físicamente claro; pero se nos murió; y de las tantas cosas que admiramos de él debemos admirar también su sutileza para acostumbrarnos a su ausencia, cuando por razones de salud se asentó en la ciudad de Lima.

Esta nota es un discurrir en el pretérito para básicamente desempolvar de mi memoria los momentos, pocos sin duda, que tuve el privilegio de estar junto al Padre.

En ese entonces, cuando la llegada del Padre, Chacas era un pueblo casi sin habitantes; se sentía en sus calles  desolación que solo a veces era interrumpida por el aleteo de los pájaros que huian  cuando eran asustados por algun transeunte mientras comían los restos descuidados de entre las piedras de la calle. Casi todos nos habían abandonado para irse a Lima, a buscar mejores oportunidades de vida. Si un día veías a alguien en la calle sentías que por un momento fugaz el pueblo recobraba vida, espíritu y movimiento. El tiempo permanecía imperturbable   mientras los pocos niños que quedábamos, sobre todo durante las vacaciones, perdíamos el tiempo lanzando proyectiles a los pájaros con hondas o hurtar las agrias manzanas de alguna hurta ajena en nuestro afán de divertimiento.

La primera imagen que mi memoria evoca del Padre es de una tarde, de esas en las que los rayos del sol penetraban con ímpetu a través de la claraboya circular estallando su luz en la pared de la iglesia, mientras en las quejumbrosas bancas un grupo de niños leíamos con avidez las historias misteriosas, como la de Nicodemo conversando con Jesús, bajo la aguda mirada del Padre, en las inmensas hojas cuché del libro que el mismo nos había regalado para catequizarnos. Era un libro grande a colores que de manera gráfica y elocuente a través de imágenes reseñadas contaba la vida de Cristo, que al mismo tiempo que nos introducía en la doctrina cristiana nos iniciaba también en la comprensión lectora y la narrativa, y que posteriormente me indujo a leer íntegramente la Biblia. De esas historias que leíamos, luego teníamos que escenificar de manera colectiva y con sentido creativo las historias de Lázaro resucitando, Pedro abandonado en su barca de pesca, El Samaritano ayudando al judío asaltado entre otras maravillosas historias. Todas esas actividades eran parte de un concurso por el que accedíamos a premios.

En la infancia se registra imperecedero el gesto que alguien te regale algo, y un juguete es algo inapreciable para un infante. El primer regalo que recibí de una persona que no fueran mis padres cuando niño fue un carrito Volkswagen de plástico azul de la profesora Paulina, el resto de mi infancia casi tuve que jugar con los juguetes de mis primos o con los juguetes que los niños construíamos con mucha imaginación dentro de la escasez de esos tiempos. La segunda persona que me regaló un juguete fue el padre Ugo y fue una pelota Viniball por haber ganado el concurso de la catequesis que luego llegó a llamarse Oratorio. Para mi mala suerte esa pelota, en poco tiempo, delante de mis incrédulos ojos se fue desinflando en el afilado extremo de un vidrio que ostentaba el muro del patio de la escuela a modo de barrera de seguridad.

Un día mientras formábamos en el patio polvoriento de la vieja escuela nos llegó el rumor de que varios de nuestros compañeros dejarían la escuela para irse a estudiar a un taller de tallados que el padre Ugo; quien acababa de llegar para hacerse cargo de la iglesia de Chacas junto a dos otros italianos, la madre Flavia y la Madre Antonela; había establecido. Para el taller había traído además a un cuzqueño que enseñaría el arte de tallar la madera. Muchos sentimos un poco de envidia que no nos hubieran escogido para el taller, pero al enterarnos que la cosa era con internado, sentimos cierto consuelo.

Luego, se produjo un alejamiento de los jóvenes de mi entorno de las actividades de la parroquia; quien sabe porque la edad te imbuye otras preocupaciones u otras motivaciones que mi recuerdo no alcanza identificar. Salvo, el asistir a los rezos para ver las filminas referidas a la fiesta de agosto o participar en las recepciones apoteósicas que el pueblo ofrecía al padre Ugo después de sus periódicos viajes a Italia, nuestra participación era distante.

Después de algunos años de alejamiento, como en la parábola del hijo pródigo, que tantas veces habíamos leído y escenificado, volví a la casa del Padre, en el ejercicio de la profesión docente y participando en un grupo denominado “El grupo de papas” – que era un grupo de apoyo a la labor de extensión comunal del programa de cultivo de papas que tenía la parroquia para los campesinos y cuyo único requisito para acceder al programa era la implementacion de la minca como sistema de trabajo colaborativo- tuve la oportunidad de conversar con el padre. Y en algunas oportunidades como participes de los retiros espirituales que dirigía   de cuando en cuando. En una ocasión, en Yauya, recuerdo que prácticamente me dejó inerme cuando quise justificar mi pretendida fe católica con los argumentos extraídos de los cuentos de Borges. Pagué mi inexperiencia en asuntos de fe con un ejercicio de penitencia desplazándome de rodillas desde la rampa que da acceso a la puerta de la iglesia de Yauya hasta el improvisado confesionario de la iglesia, itinerario que pareció el más largo de mi vida.

La última vez que lo vi fue en el velorio de Coñi en Cieneguilla; cuando me acerqué, me tomó de las manos con sus manos de algodón y me miró escrutadoramente con una ternura indecible para luego preguntarme cómo estaba; no estoy seguro si reconoció al monaguillo que no llegó a ser.

Recuerdo el día que le dieron la nacionalidad peruana, lloró; me conmovió de tal forma que comprendí, que solo ese amor por esta tierra y su gente pudo que este hombre hiciera tanto para cambiar de pueblo fantasma a un pueblo industrioso con posibilidades inmensas de conseguir su desarrollo y prosperidad como lo es ahora. En Chacas, hay una idea muy difundida que la llegada del padre fue un milagro, es posible que así sea. Lo que sí es un prodigio es que la misión del padre Ugo haya crecido tanto y haya sacado de la pobreza a tanta gente. Como también es un prodigio que lo que el estado con tanto dinero no haya podido, el padre Ugo haya podido solo con la ayuda de los voluntarios de la OMG, a pesar de sus mártires y caídos.

Finalmente, lo que descorazona sí, es sospechar que su preocupación más grande, aquella de forjar una cultura alejada de lo que Mario Vargas Llosa llama la civilización del espectáculo, que no es sino la cultura del consumismo, el divertimiento fácil, la ostentación y el libertinaje sin límites sigue ahí inmune; incluso me temo, que esa cultura que tanto reprochó y con tanta angustia se ha entronizado en el pueblo que ayudó a sacar de la anonimia en la estaba sumergido para el mundo.

Por ello, la única forma de rendir homenaje y recordar con coherencia al padre Ugo, como dijo uno de sus discípulos más encumbrados, es siguiendo su ejemplo, las otras formas no serán sino episodios banales o cuando no, fariseísmo puro.

martes, 20 de noviembre de 2018

DESEMPOLVANDO UN PROLOGO


(Comparto este texto que fue escrito en el año 2011)

Tomando una idea del doctor León Trathember puedo afirmar que la sociedad peruana suele hacer el reconocimiento de sus actores casi con el epitafio. Cuando el profesor Godofredo Montoya me comunicó su deseo que yo, un ex alumno suyo, prologara este libro  testimonia entendí que llegaba a mis manos la impostergable posibilidad de reconocer y destacar la impronta de su acción en nuestra comunidad; que sin lugar a dudas,  luego de las sumas y las restas es largamente positiva, y mezquinamente olvidada por muchos.
                 Recuerdo cuando niño que descolgándose de los altos pinos de nuestra Plaza de Armas irrumpía en nuestros hogares el telúrico ritmo de la música andina y los poemas cadenciosos de nuestros vates peruanos a través de las ondas sonoras de Radio Atusparia que transmitían los profesores y alumnos del Colegio Nacional Mixto “Amauta Atusparia”. En esa época escuche, tal vez por primera vez, el nombre del profesor Luis Godofredo Montoya Gonzales; y desde esa época de manera superviviente  ha estado su nombre y su figura presente, en el quehacer cotidiano de los chacasinos de mi generación, y sin duda de otras, como espíritu omnipresente, además, de su compromiso social; y posición crítica de la dinámica social y política.
                El libro que el profesor Montoya nos propone configura precisamente la historia de su vida y labor en este pedazo de tierra (Chacas) que es nuestra heredad territorial, cultural  y quien sabe filosófica.  Porque de hecho toda acción humana responde a una forma de pensamiento, de entender el mundo y la vida; y obviamente cada pueblo construye su devenir bajo esa premisa. Y al ser este  un libro testimonial, más aun, nos trasmite de manera implícita el pensamiento que esta  forjado a partir de los principios, practicas de valor, creencias; en suma la  ideología del autor.
                Chacas un pueblo casi lejano y desconocido para el estado nacional, cuando la llegada del profesor Montoya, era un pueblo apacible donde discurrían los días sin mayores contratiempos. Las familias, casi todas emparentadas, tenían como actividad económica principal  la agricultura, ganadería y el comercio, configurando aparentemente un ambiente bucólico y pastoril. Sin embargo existían aun los rezagos de una estructura socioeconómica medieval. Es en esa circunstancia histórica que se crea el Colegio Nacional “Amauta Atusparia” que da lugar a la llegada de una pléyade de profesores progresistas y generadores de un pensamiento crítico de nuestra realidad.   Es entonces que el colegio se convirtió en el motor de una nueva manera de entender el mundo y la realidad a partir de una dinámica de involucramiento en el desarrollo colectivo y la conquista de los servicios básicos para nuestra localidad. Recuerdo perfectamente  en esa coyuntura histórica la participación activa y entusiasta de los profesores y alumnos del flamante Colegio “Amauta Atusparia”,  liderados por el profesor Montoya. No hay obra o iniciativa de ese tiempo que no tenga la huella indeleble de la comunidad atusparina.
                Es un hecho insoslayable que el autor de este libro testimonial tuvo, y pienso que aun tiene, un papel gravitante en la vida y obra de Colegio. Siendo director del mismo puedo dar testimonio y fe de que muchas de las practicas e instituciones dentro del colegio tienen como referente permanente la práctica de trabajo colectivo impulsada por el  profesor Montoya. Dicen que que los profesores casi inconscientemente somos una prolongación de las prácticas y creencias  de nuestros profesores, y de hecho creo que en muchos de nosotros ha quedado como herencia del profesor una virtud tan venida a menos como la puntualidad y que precisamente  escasea en la mayoría de los peruanos.
                Creo que una sociedad libre privilegia el pensamiento divergente, porque lo contrario nos empujaría a una sociedad totalitaria. Dentro de esa orientación, el autor del presente libro nos da cuenta de su ejercicio sindical, entendida como la defensa de los más elementales derechos del profesorado, en el comprendido además, que el sindicato es una amalgama de diversas fuerzas ideológicas y políticas, que direccionan sus acciones hacia el logro de objetivos principistas de reivindicación social, económica, cultural y quien sabe política.  Y uno de los pocos profesores que han demostrado en la práctica, en la vida y el trabajo esa dimensión holística del sindicato, que contrariamente para muchos instrumentos de defensa de la mediocridad y de la ineficiencia. Percibo la práctica sindical del profesor como educadora y de desarrollo de la conciencia cívica a favor de la dignificación del maestro en todas las dimensiones que esto implica.
                Los amigos son un complemento vital para el desarrollo de una convivencia solidaria y comprometida con nuestros ideales,  valores y aspiraciones. Dentro de esta faceta Chacas siempre se ha caracterizado por ser un pueblo hospitalario, acogedor y amiguero. De modo tal que el autor del presente libro hace un inventario testimonial de sus amigos. Solo que marca una línea divisoria entre sus amigos que partieron a la eternidad y los que aun comparten con nosotros la luz de la vida. De hecho este testimonio de los amigos es una expresión gráfica de los buenos ciudadanos y ciudadanas, con aspiraciones de progreso y comprometidos con las aspiraciones de su pueblo, que siempre hemos sido los chacasinos. Hay una metáfora que de alguna forma grafican esa vocación chacasina de amiguero; es el “Café Chacasino”. Circunstancia que convoca a los amigos que con el argumento de tomar sol para discutir, debatir y como no para chancear. 
                Recuerdo con mucho aprecio a don Enrique Amez que sentado en la silla reclinada a la pared de su tienda y con el bastón en la mano conversando con sus habituales contertulios de temas inimaginables para el común de los mortales, de cuando en cuando regañando a los muchachos transeúntes que no sabían saludar. Es precisamente, en el núcleo de  la familia de don Enrique Amez que ancló sus naves el profesor Montoya  atraído por la belleza de  la nieta de este patriarca de la comunidad chacasina. Me refiero a la señora Gladys, profesora como su esposo, de quien además tengo en grato recuerdo de profesora que tenía mucho afecto para sus alumnos y una  aliada (además de esposa) de nuestro querido profesor Montoya. Sin lugar a dudas la familia donde amarras tus cuerdas deja una estela de experiencias que imprimen en tu vida su estampa imborrable. De modo que la familia Montoya Huertas integrada por los esposos Godo y Gladys, y sus hijos Pavel y Naly son una simbiosis  que sin duda han ayuda  a forjar el temple y afabilidad del autor de este libro.
                Como quien finalizando esta introducción quiero, cual acuarela  de apurados  trazos, compartir la percepción de una injusticia. Había ingresado yo al primer año de secundaria y era nuestro profesor de Historia y Geografía también nuestro asesor. No bien iniciamos las labores escolares ingresamos al Club de Teatro Vanguardia y ensayamos la obra “La Yunta” en la que actuaba también nuestro asesor. Luego nomas se produjo una huelga magisterial y casi inmediatamente nos enteramos que nuestro profesor asesor había sido subrogado (termino eufemístico para disfrazar un despido), obviamente nuestra edad no nos permitió la verdadera  dimisión de esa injusticia, al observar a nuestro querido asesor pasar todas las mañanas por un camino distinto al del colegio para dedicarse a otras tareas. Ahora a lontananza entendemos que se trababa de un descabezamiento del movimiento sindical que reclamaba a la dictadura del General Bermúdez la vuelta a la democracia.  Pues ese el precio que pagaba nuestro profesor asesor, por defender sus ideas y la democracia.
Seria mezquinó  si no termina diciendo que Chacas perdió el privilegio  de tener como alcalde al profesor Montoya, casi como siempre poniendo  de manifiesto ese trastorno  social de no reconocer los éxitos y capacidades ajenas. En fin, tal vez como en todo el Perú, casi todos los buenos hombres tengan el paradójico privilegio de estar lejos de la política. Sin embargo, cada uno de los renglones de este libro son la evidencia de la brega de un hombre que luchó por sus ideas y convicciones que ni el viento, ni la lluvia, ni la canícula del tiempo que amodorra el pensamiento podrán ocultar  ni borrar.